Antonio Carvajal: «No hemos aprendido mucho de los malos antecedentes y los males del presente»

Antonio Carvajal

"El silencio y vacío, nos enseña que no podemos vivir plenamente sin los demás" / "A ver quién salva de la ruina a los trabajadores al servicio de la cultura"

Poeta español y Premio Nacional de Poesía en 2012. Conversamos con Antonio Carvajal, uno de los grandes escritores de la actual poesía española, sobre la crisis del coronavirus y sus consecuencias.

¿Qué ha aprendido de usted mismo y de los demás en este confinamiento?

De mí he aprendido que soy un afortunado, tengo por ahora todo lo bueno que se puede desear y procuro defenderme de lo malo que me acecha. De los demás, tengo la confirmación de que la inmensa mayoría es maravillosamente buena, pero que “hay gente pa tó” como dicen que dijo el Guerra.

¿Qué puede pasar si el encierro se prolonga más de 15 días? 

Lo peor, las dificultades económicas que acechan a la mayoría trabajadora, sobre todo a los autónomos y pequeños empresarios. A partir de ahora tendremos más claro quiénes son realmente solidarios. Espero y deseo que esto no traiga consecuencias peores.

Se incide mucho en cultivarnos por dentro -profundizar en nuestro mundo interior- durante esta cuarentena. ¿Qué le sugiere eso?

No me sugiere, me confirma que la inmensa mayoría vive hacia fuera y fuera de sí. Hay que traducir bien la frase de Agustín de Hipona, “in interiore homine habitat veritas”, en el hombre interior, en la mujer interior, habita la verdad. Y la verdad, que es soledad, silencio y vacío, nos enseña que no podemos vivir plenamente sin los demás. 

¿Nos puede salvar la cultura de algo?

Quizá nos salve a muchos del aburrimiento, pero a ver quién salva de la ruina a los trabajadores al servicio de la cultura.

¿Ha escrito mucho estos días?

Sí. Muchos correos y muchos mensajes. Tengo una gran cantidad de proyectos, para decirlo bien, una pilísima, y muy pocas ganas de empezarlos siquiera. La lectura de toda mi obra publicada y la corrección de pruebas para la edición de la poesía casi completa me han quitado las ganas de escribir más por ahora. Lo único que he creado en los últimos veinte meses ha sido el texto para la ópera “Juana sin cielo”, al que le ha puesto su maravillosa música Alberto García Demestres.

¿Cree que esta situación sin precedentes está afectando a nuestra concepción sobre la vida? ¿Hemos aprendido a darle valor al tiempo?

Me parece que precedentes terribles hay muchos, pero todo lo malo se olvida excepto lo que quienes nos dominan suelen recordarnos insistentemente. Y no hemos aprendido mucho de los malos antecedentes y los males del presente. Pestes, guerras, muertes con espanto, hambres, los hemos tenido y los tenemos todos los días a la vista y no nos han conmovido hasta que alguien ha decretado que somos un riesgo para los demás y todos los demás son un riesgo para cada uno de nosotros, y nos han obligado a encerrarnos, aunque no a todos, que alguien tiene que cuidar de la salud y del bienestar de los demás e incluso seguir construyendo viviendas, por poner un ejemplo de los que trabajan atados a una cuerda. Y lo de valorar el tiempo se ha venido practicando siempre y es uno de los procedimientos de jerarquización social. No se paga lo mismo la hora de un futbolista goleador que la del investigador que procura curar nuestros males, lo que supone que se valora más perder el tiempo que aprovecharlo.

¿Refuerza en algún sentido nuestra idea de colectividad? 

Me temo que no. Tomar conciencia cada uno de su responsabilidad y pensar por sí mismo sólo les es posible a quienes no han vivido siempre sometidos acríticamente a todo tipo de consignas y deciden que o colaboran al bienestar común o no somos nada.

¿Hace alguna lectura positiva sobre esta crisis sanitaria? Y en términos económicos y políticos, ¿cuál es su opinión?

La lectura positiva es que nadie se muere hasta que le llega su hora. Nadie nos dice cuántos afectados por el coronavirus han muerto por su incidencia sobre otra enfermedad previa quizá peor. No me gustan los chistes sobre algo tan serio, pero un efecto colateral puede ser la muerte por ataques de higiene. Y en términos económicos y políticos, recordar que el dinero no se crea ni se destruye, solamente se traslada y siempre a las mismas manos, lo que incluye que, siendo los políticos los administradores de la cosa pública, debemos añadir que administrador que administra y enfermo que enjuaga algo traga.

Una canción, una película y un libro para sobrevivir a esta cuarentena. 

Cuarenta días oyendo la misma canción pueden hacer que la aborrezcamos; que cada cual haga la lista de sus cuarenta principales; la mía empieza con el rock de la cárcel. Digo lo mismo de las películas, aunque recomiendo a quienes puedan verlas que repasen algunas de Billy Wilder y alguna comedia, por ejemplo “Divorcio a la  italiana”. El libro lo tengo claro, la obra completa de don Benito Pérez Galdós. Y a quienes no lo hayan leído todavía, recordarles que el Quijote los espera.

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