Así se coordinan los servicios sanitarios para los traslados hospitalarios de Covid

Protección Civil se ha convertido en parte indivisible del equipo SUAP y el 061

David Orihuela trabaja en el equipo SUAP y nunca sabe a qué se va a enfrentar durante el turno de emergencias. Hay días tranquilos y días frenéticos, donde la pausa no te da ni para que el café se enfríe. Su campamento base está justo al lado del centro de salud de la Avenida Salobreña y desde ahí recibe órdenes para prestar todo tipo de asistencias sanitarias. Las hay de todas las índoles, pero en muchas de ellas se requiere una actuación inmediata y hay que salir corriendo.

Junto a David, hay otros compañeros como Fernán, Javi, Fran, Jorge Blas, Jose Antonio, Chito, Barbero, Cristobal, Ramón o Alfredo, un equipo humano de técnicos sanitarios que saben lo que es ir «a toda leche» para llegar a tiempo. Con la irrupción del coronavirus, su trabajo se multiplicó y requirieron la colaboración de Protección Civil para poder atender el alto número de demandas que se estaban efectuando en esos momentos en Motril y todo el distrito sanitario. Ramón y Manuel, voluntarios del cuerpo naranja, se convirtieron desde entonces en parte indivisible de este grupo. Para lo bueno y para lo malo.

Desde entonces, la ambulancia de Protección Civil quedó plastificada por completo para realizar los traslados hospitalarios por Covid al hospital Santa Ana de Motril. De esta forma, el resto de ambulancias del SUAP quedaban libres y operativas para el resto de emergencias básicas y complejas. «Aunque no lo creamos, hay más vida después del coronavirus», dice David, que señala que en la ciudad se siguen produciendo infartos, lesiones y otro tipo de urgencias que hay que atender también. La coordinación del equipo SUAP, la sala del 061 y Protección Civil ha logrado gestionar la gran avalancha de consultas de los últimos meses en la Costa Tropical y empieza a hacerse «imprescindible» para tiempos futuros. Algo que demanda una compensación económica al grupo de voluntarios, que trabajan como auténticos profesionales y llevan meses enfrentándose al virus en primera línea sin ningún incentivo. Y esto no tiene pinta de acabarse en un corto espacio de tiempo.

Hiperprotegidos hasta que no llegue la cura

Suena un requerimiento y el equipo SUAP emprende la marcha. Al paciente le cuesta respirar y tienen indicios de que puede ser un posible contagio por coronavirus. La atención hacia los pacientes también ha cambiado. Ahora se hace una primera valoración del caso con los familiares apartados y, a ser posible, con el paciente con mascarilla. Después de la primera valoración, se decide si se puede atender al enfermo en su casa o si necesita ser trasladado. Si es grave, Protección Civil debe hacer el traslado al hospital. Desde ese momento, Ramón y Manuel encienden los rotativos y se dirigen también a la vivienda. Comienza un operativo lleno de medidas de seguridad y protocolos.

Primero, los encargados de estar en contacto directo con el paciente se enfundan el traje de protección, las gafas y dos pares de guantes. Además, llevan dos mascarillas y una pantalla protectora. Solo de esta forma los sanitarios pueden entrar al domicilio y tocar al paciente. Después de introducir a la persona dentro de la ambulancia, el equipo SUAP se desinfecta y limpia in situ para continuar atendiendo otras emergencias. La maniobra es especialmente delicada y requiere la ayuda de un segundo compañero para hacerlo de forma segura y evitar contagios de Covid-19.

Todo no ha terminado y este hecho refleja el amplio operativo que se debe poner en marcha para un simple traslado al hospital de un posible infectado de coronavirus. A su llegada al centro hospitalario, comienza la desinfección total de la ambulancia que puede durar horas. Más tarde, una vez que el paciente queda ingresado en urgencias, el compañero de Protección Civil que ha estado en contacto con esta persona también es desinfectado. En ese momento, y no antes, es cuando puede quitarse el traje de protección. El calor les mata y más en la Costa, que en un día habitual puede rozar los treinta grados a la sombra. «Me he mareado más de una vez», explica Manuel tras desenfundarse el «traje de buzo», como comúnmente le llaman.

Una de las consignas básicas durante la crisis del coronavirus ha sido intentar minimizar los traslados al hospital Santa Ana por el riesgo de contagio, pero también por el riesgo de colapso. Esto se ha podido hacer gracias a una atención más personalizada, con llamadas de seguimiento contínuas en momentos críticos. Protección Civil defiende que es importante actuar «con cabeza y prudencia» ahora que la Costa pasa a la fase 1. «Esto no se ha acabado», insisten.

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