El consumo de pescado en Motril crece y el sector espera la subida del verano
A pesar de ser una de las actividades esenciales, la crisis sanitaria resintió el sector
El reloj no marca ni las ocho de la mañana y en la lonja pesquera de Motril alarman las gaviotas. La llegada de los barcos de cerco que salieron de madrugada a faenar es casi inminente. Allí se agolpa ya el gentío y casi una veintena de hombres de mar esperan en el muelle. «Hoy ha sido un buen día», comentan los marineros después de una larga jornada. Eso se traduce en unas 500 cajas de boquerones frescos. Nos explican que eso es bueno y que este tipo de pescado se paga mucho más caro que la caballa o la lacha.
Ignacio López, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, cuenta que en la actualidad existen alrededor de 120 marineros activos. En 2006, la flota empezó a reducirse drásticamente y aún hoy, esa situación sigue latente en un sector que nunca ha dejado de pelear y luchar por seguir adelante.
«Hubo otras épocas en las que Motril contó con casi mil pescadores porque todas las actividades pesqueras estaban más concentradas», cuenta el patrón mayor. Ahora, tienen claro que es necesario ‘sacar pecho’ de un producto local con grandes garantías de calidad y eso pasa por tejer una estrategia conjunta con todos los agentes implicados: ayuntamiento, mayoristas, minoristas, comerciantes o los propios hosteleros. «El tema de la Custodia Alimentaria de la Pesca y Sostenibilidad del Mar nació durante la crisis del coronavirus, pero ya teníamos claro que debíamos difundir las bondades de nuestra lonja pesquera», cuenta Ignacio, que recientemente ha firmado el convenio de colaboración con el Ayuntamiento y espera que en las últimas semanas se forme la mesa para comenzar a tejer una estrategia común por el bien de este sector motrileño.
Allí, en el puerto, el trajín no cesa. No deja de llegar hielo para que el pescado guarde su frescor y los marineros montan cajas y cajas de madera con todo el género que capturaron durante la noche. Después, Antonio y Jorge se encargan de pesarlo, lavarlo y colocarlo en cajas de corcho antes de introducirlo en la cámara frigorífica. Se junta la madurez con la juventud, pero ambos coinciden en que el esfuerzo y las horas de sacrificio no están pagadas en este trabajo. Jorge antes trabajaba en el sector de la vigilancia privada, pero tras la crisis sanitaria se quedó sin un empleo y tuvo que arrimarse a la gente del mar para continuar.
El estallido de la crisis sanitaria llegó justo después del paro biológico para la regeneración de los caladeros. Un hecho que resintió el sector y bajó los precios del pescado durante estos últimos meses, aunque parece levantarse de nuevo. A pesar de ser una de las actividades esenciales, muchos establecimientos cerraron y eso también les afectó en gran medida. Sobre todo en pescados como el marisco, cuyo consumo bajó de forma radical. Aún la ciudad no ha explotado todo lo que tiene el litoral granadino, que abastece de pescado a toda la provincia de Granada y temen que no llegue la esperada «subida del verano», que no se ha producido todavía.