Los jóvenes que soñaron con una Semana Santa digital
La Chicotá y sus protagonistas le regalaron a la Semana Santa de Motril un archivo de imágenes y experiencias de valor incalculable
Fue en el año 2013. Durante una tarde que llevaba la plena efervescencia de la Cuaresma, concretamente en la presentación de Palabra Nazarena, un programa radiofónico cofrade de la Cadena SER, cuando a tres mujeres jóvenes se les encendió la chispa y ese ‘gusanillo’ de informar sobre todo lo que iba a suceder durante la Semana Santa a través de las redes sociales. Así nació La Chicotá. No hizo falta demasiado: contaban con la ilusión de los principios, dos videocámaras de otros tiempos y una valiosa mochila vacía que después se llenó de experiencias inabarcables.
Lo que no sabían María, Elo y Judith -las tres propulsoras iniciales de este proyecto- es que después de esa Semana Santa llegarían muchas más gracias al motor de Adri, Prados, Noemí, Sheila, Pavón y Lydia. Con el tiempo, La Chicotá adquirió muchos otros talismanes que vertebraron la historia de esta asociación de jóvenes. Entre ellos, Víctor, Carlos, María García, Carolina, Celia, Juanmi, Dario, Inma, Marta, los hermanos Palomares, Olga, Laura, Carmen, David o Claudia. Un sin fin de nombres que hicieron que la Semana Santa se moviera al ritmo instantáneo de las redes y con la que se abrieron paso proyectos de gran envergadura para ellos. Viajaron hasta la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR) en diversas ocasiones, rescataron el pregón del costalero, realizaron sus propias presentaciones de carteles y le dieron un soplo de aire fresco a la manera de contar una historia que, aunque cada año se repite, siempre lo hace de manera irrepetible.
Los chicoteros, como fueron cariñosamente apodados, han guardado en sus tarjetas de memoria gran parte de la historia viva de la Semana Santa de Motril de los últimos cinco años. Tiempos en los que las Cofradías han evolucionado a una velocidad de vértigo, siendo testigos de grandes eventos que van desde la peregrinación mariana de la Virgen de la Cabeza para conmemorar el I centenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de las Angustias de Granada en 2013 hasta el Ecce Agnus Dei de Motril, la magna que celebraba el 50º aniversario de la fundación de la Agrupación de Cofradías de la ciudad.
Durante estos años de trabajo tuvieron tiempo de aprender a manejar y defenderse con los programas de edición, de mejorar su equipo audiovisual y de inventar maquinarias y herramientas útiles para grabar en la calle, como una grúa portátil para hacer planos en altura y se valieron de una silla de ruedas para hacer tomas en movimiento cuando no existían estabilizadores móviles a precios asequibles. Esa búsqueda constante de soluciones para situaciones difíciles y nuevos retos nunca les frenó, ni tampoco les hizo borrar su particular esencia de una asociación que pasó a ser un medio de comunicación especializado «en lo que más nos gusta», decían. La Chicotá dejó su propia huella en un mundo cofrade que hoy puede agradecer a las distintas plataformas online como Motril en Pasión, Incienso y Esparto o Kike Cofrade un archivo de imágenes y experiencias que permitieron -y también permitirán en un futuro- hacerse una idea mucho más completa de lo que en realidad es, y entraña, la Semana Santa de Motril.
También fue un ejemplo para las futuras generaciones. Aquellos ojos que brillan y se asoman a los dinteles de los portones de las casas de hermandad con sed de cofradías. Ahora que el tiempo ha pasado, los jóvenes ya no son tan jóvenes, y las obligaciones no permiten estar tan a fondo como en esos maravillosos tiempos. Pero lo que esconden estos años va mucho más allá y ha trascendido a las vidas de sus protagonistas. Muchos de ellos, como esta que hoy escribe, continúan dedicándose al mundo de la comunicación en todas sus variantes. Adri estudia fotografía. Prados decidió adentrarse en el mundo audiovisual a través de la realización de proyectos audiovisuales y espectáculos y, aún hoy, la gran mayoría disfrutan de ese particular cosquilleo que aumenta a medida que se acerca la primavera.
El destino quiso juntarles y también regalarles caminos nuevos. A La Chicotá nunca le gustó decir adiós, pero parece que se despide o que, al menos, está pendiente de transformarse en otra cosa. Pero pase lo que pase, lo que es innegable es que todos los que por un tiempo acabaron cobijados bajo esa parihuela de sueños, de manera sorpresiva y casi encantada, con sus amores y odios, con sus risas y enfados, se llevan en una caja invisible recuerdos de valor incalculable. Esa sensación de haber creado belleza y amistades a partes iguales. Un vínculo que no deja de ser hermoso pese a que luego la vida gire. Así es como los niños se hicieron mayores. Así es como hoy les recuerdo mi cariño. Así es como quiero que Motril les quiera: con ternura y agradecimiento.