Manuel, el voluntario de Protección Civil que cumple 63 años en plena crisis sanitaria
Soplará las velas trabajando y "sin miedo", a pesar de estar dentro de la población de riesgo
Manuel lleva siendo voluntario de Protección Civil desde el 25 de marzo de 2013. Lo recuerda de manera exacta, como si fuese ayer, a pesar de que ha recorrido mundos y lugares antes de establecer su hogar en Motril. Hoy cumple los 63 años enfundado en un traje blanco para sortear la peor pandemia del siglo XXI hasta la fecha. Lo hace «sin miedo», cuando todas las advertencias le recuerdan que él mismo está dentro de la población de riesgo.
Quienes le conocen no se sorprenden por lo que está haciendo ahora, pues ha dedicado gran parte de su vida a ayudar a los demás. Primero, como auxiliar de geriatría en Barcelona o como voluntario de Cruz Roja. Y ahora está a punto de cumplir una década en el equipo de Protección Civil.
“Antes de todo esto fui ayudante de maquinista, pero lo que verdaderamente me gustaba eran las personas y dedicar mi tiempo y energía a ellas», resume Manuel, que no se pensó dos veces estar en la primera línea de batalla frente al coronavirus.
Ese ejemplo de generosidad y solidaridad quedará marcado en varias vidas después de que la lucha contra el enemigo invisible termine. Ahora, Manuel solo tiene la mirada puesta en lo verdaderamente importante, porque el resto puede esperar y en Protección Civil «le cuidan para estar a piñón fijo», confiesa.
No ha parado de llevar alimentos y medicinas a personas mayores o en situación de dependencia. Y los traslados a las urgencias del Hospital Santa Ana de Motril no han cesado desde que el COVID-19 irrumpiera con los primeros casos en la Costa.
Las velas las soplará trabajando sin esperar nada a cambio y no le importa nada. «El mejor regalo sería que el bicho dejara de existir», dice este infatigable técnico de emergencias que siempre tiene tiempo para la sonrisa, la alegría y el optimismo.
Y es que Manuel irradia esa luz necesaria en tiempos difíciles. La luz de la solidaridad, la fortaleza de los héroes ánonimos y sin capa que nos cuidan y nos hacen sentir a salvo. Su voluntad y predisposición es más fuerte que cualquier ‘pero’ y ejemplifica, una vez más, que el ser humano vive para darse a los demás. Esta constante imparable forma parte de este corazón naranja, el color de Protección Civil, que no está dispuesto a parar el ritmo ante la crisis sanitaria y social que atraviesa el país. «No hasta que le ganemos al virus», dice Manuel.