Manuel Terrón: «lo que ha ocurrido nos debería ayudar a reflexionar»

Manuel Terrón, presidente Cofradías de Motril

El presidente de la Agrupación de Cofradías no siente la necesidad de hablar de ninguna magna extraordinaria, "ahora es tiempo de estar donde hay que estar"

Con la rotunda suspensión de los desfiles procesionales de la Semana Santa de Motril, el calendario cofrade se quedó huérfano, con un vacío atípico en tiempos de Cuaresma. Ni cultos, ni más actos de hermandades, ni traslados, ni últimos ensayos. El confinamiento y la situación de emergencia sanitaria que vive el país ha provocado un parón rotundo en la agenda de las últimas semanas del presidente de la Agrupación de Cofradías, Manuel Terrón, que jamás previó que durante sus posibles cuatro años al frente de esta institución se diera una situación tan excepcional como esta.

Ahora aprovecha para poner en orden todos los asuntos pendientes y pasar más tiempo con su familia. Desde que comenzó el 2020 la labor de la Agrupación de Cofradías ha sido, cuanto menos, vertiginosa. La feria de arte cofrade les ocupó gran parte de los últimos meses del año y, desde que irrumpió el mes de enero, todas las miradas estaban puestas en la Semana Santa de Motril y sus grandes novedades. Entre ellas, la ampliación de la Carrera Oficial hasta la plaza de España. Una iniciativa que no estuvo exenta de dudas y que finalmente salió adelante. Las cofradías tuvieron que hacer un ‘extra’ de esfuerzo para adaptar sus recorridos al nuevo tramo cuando esa normalidad frenética formaba parte del ritmo de vida habitual de las juntas de gobierno de las diferentes corporaciones.

Nadie imaginaba que la Semana Santa de Motril -y de todas las ciudades de España- se cancelaría. En el aire seguía ese atisbo de esperanza que nunca falta en las cofradías, que siempre aguantan el tipo en los días grises. Sin embargo, con la declaración del estado de alarma la decisión llegó de forma rotunda. «No quisimos correr a la hora de tomar una decisión y seguimos las directrices del Arzobispado de Granada», dice Manuel Terrón. Y es que, durante esos días, todo era un ir y venir de información constante sobre la situación en otros puntos del territorio. «Ya se habían cancelado desfiles procesionales en muchas ciudades andaluzas y seguíamos con la incertidumbre de si el coronavirus afectaría directamente a la Semana Santa de nuestra ciudad», cuenta el presidente.

No fue una decisión fácil, pero sí sopesada y meditada hasta el final. «Lo que ha ocurrido nos debería ayudar a reflexionar», señala ahora Terrón en referencia a la labor silenciosa de las cofradías y a su repercusión económica, turística y emocional. «Esta situación especial puede hacer ver lo que aportan las cofradías al tejido empresarial de la ciudad, por citar un ejemplo», dice el presidente ante la preocupante situación que vive el sector turístico que esperaba la llegada de la Semana Santa como un revulsivo económico.

Ahora, y en pleno confinamiento, Terrón destaca la labor discreta de las cofradías y de la iglesia, «que nunca han dejado de colaborar con distintos proyectos y colectivos sociales». En estos momentos, cuando la conciencia social está tan sensibilizada con ayudar a los demás, se hace más presente el mensaje y la verdadera función de estos colectivos, a juicio del presidente de todas las cofradías. Una labor asistencial que Terrón considera que la sociedad no ve y que nunca ha dejado de estar presente en las corporaciones motrileñas. «Ahora se necesita más que nunca ayudar a muchas personas vulnerables y es donde vamos a estar», dice tajante.

Cuando la crisis sanitaria desaparezca habrá tiempo de ver qué pasará. De momento Manuel Terrón no siente la necesidad de hablar de ninguna magna extraordinaria y no tiene planes a corto plazo. «Ahora es tiempo de estar donde hay que estar y pedir por todas las personas que están pasándolo mal en esta lucha contra el coronavirus», subraya. Hoy, Viernes de Dolores, las redes se han llenado de mensajes repletos de nostalgia. Es ese el único escenario posible al que aferrarse de momento: un espacio lleno de recuerdos y fe.

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