No tirar del hilo, la acción que salvó la vida de Sasha
Los dueños de mascotas piden más educación a los pescadores que dejan abandonados anzuelos en las playas de Motril
Los anzuelos abandonados en las playas de Motril se han convertido en un arma peligrosa para los dueños de mascotas, principalmente de perros. No son apreciables a simple vista, pero el olfato de los animales unido a que muchas veces estos objetos conservan el cebo -que aumenta el olor- les hace colocarse, sin querer, en el centro de la diana. Una de las últimas víctimas ha sido Sasha, el perro de la actriz motrileña Paka Barrera.
Jamás olvidará la última verbena de San Juan. Caía la tarde y las playas de la Costa habían sido clausuradas para evitar masificaciones. Paca había quedado con unos amigos en uno de los chiringuitos de playa Granada para tomar algo en la que se conoce como ‘la noche más mágica del año’. Había salido como lo hace habitualmente, acompañada de sus dos perros inseparables, Sasha, de color blanco, y Nini, una perrita color negro.
La zona estaba tranquila. No había mucha gente y el mar estaba en paz. Sin embargo, todo cambió en unos minutos que a Paca se le hicieron eternos. «Me percaté de lo que había tragado al ver los hilos de pescar colgando de su boca», cuenta. Ahora lo hace tranquila, pero aún conserva el ‘susto’ en el cuerpo después de que un anzuelo de siete centímetros de largo -más grande que una moneda de euro- acabara a una mínima distancia del corazón de su perro.
A Paca es muy difícil arrebatarle la sonrisa. Nos cuenta que Nini, su otra perra, le tiene prohibido llorar. «Nadie me ha querido como me quieren ellos, tengo que poner la música alta si tengo un mal día porque si lloro, Nini se pone peor», explica. Obligada o no, la actriz motrileña intentó calmarse y abrazó fuerte a Sasha para intentar tranquilizarle. «Cuando todo pasó, mis amigos y la gente que tenía alrededor activaron una maquinaria maravillosa, en dos minutos ya teníamos el teléfono del único veterinario de urgencias que había en Motril», dice. Uno de esos amigos era el concejal de Cultura del municipio, Miguel Ángel Muñoz, que jamás había tecleado tan rápido los números de teléfono en busca de auxilio. Choncho, el dueño del chiringuito, gritó desde dentro un «no tiréis del hilo, soy ya casi veterinario», recuerda Paca. Esa acción salvó la vida de Sasha, que aún se encuentra convaleciente y a base de antibióticos y que tendrá que someterse a una segunda operación en unos días.
Aquella noche, después de que el veterinario de Motril confirmara en la radiografía que se trataba de un anzuelo, Paca tuvo que trasladarse a Granada sin la certeza de que Sasha saliera bien de la intervención. Hasta de las peores recuerda la parte divertida. «Me pasé todo el camino cantándole a Sasha porque le encanta», dice Paca con esa sonrisa amplia. En urgencias le hicieron despedirse de su perro porque la operación no ofrecía demasiadas garantías. Pero este animal sin raza, que siempre está haciendo burla con su lengua, no se rendiría tan fácilmente. Fue adoptado por Paka después de haber sido abandonado en un contenedor, «siempre ha demostrado ser un superviviente y nunca se ha quejado de nada».
«Es una cuestión de civismo»
Hoy, Sasha está tumbado cerca de su dueña, mirando el mar. Es un afortunado porque no todos los perros tienen la misma suerte cuando tragan un útil de pesca. Los dueños de mascotas piden más educación y concienciación a los pescadores, que ponen en peligro a sus animales y a cualquier persona que camine descalzo por la playa.
Paca no quiere dedicar mucho tiempo a hablar sobre la mala educación y las actuaciones irresponsables de aquellos que, después de pescar, dejan tirados los anzuelos en la playa. Agrega que «hoy es mi perro, pero mañana un niño puede clavárselo». «No nos damos cuenta de que los adultos somos educadores, tengamos o no tengamos hijos», se sincera. Tiene la esperanza de que se imparta educación cívica y social en los colegios para futuras generaciones, «en otros países funciona y evitaría situaciones tan desagradables como esta».