Borracho de Arte
El pasado fin de semana, Antonio Gómez “El Turri” nos presentaba su segundo trabajo discográfico en la Casa de la...
El pasado fin de semana, Antonio Gómez “El Turri” nos presentaba su segundo trabajo discográfico en la Casa de la Cultura de Almuñécar.
Bajo la ilustración y diseño de David Salazar y Alejandro Moreno nos presenta un CD con música y composición de “El Turri”, José Antonio Corpas y Juan Antonio Salazar. Ha sido producido por Antonio “El Turri” y Jesús del Rosario y el tema Territorio Colorao por “El Turri” y Robert. El cofre de arte ha sido mezclado y la masterización ha ido de la mano de Álvaro Mata, de los Estudios Larachí de Madrid. Su nombre: “Borracho de Arte”.
El Compact Disc viene repleto de artistas. Un total de doce temas que se han paseado por las guitarras de: Jesús del Rosario, Kilino Jiménez y Robert Svard. El soniquete: entre José Cortés “el indio”, Sergio “El Colorado” y Miguel Cheyenne. Los coros a cargo de: Sergio «El Colorao», José «El Pirata», Víctor Carrasco, Estrella Fernández y Macarena Fernández. Bajo y Contrabajo: Natanael Borja y Joan Masana. Al Piano: José de Josele. La percusión de: Miguel Cheyenne, Ramón Porrina, Lucky Losada, Benjamín Santiago «El Moreno», Paco de Mode y Rafael Heredia y como artista invitado, el conocido flamenco “Ricardo de La Juana”.
Llegaba la oscuridad de la tarde y con una temperatura verdaderamente invernal, la Casa de la Cultura se convirtió en un verdadero brasero de Arte. Despejaba las telas del escenario un entregado Antonio Corpas para ofrecernos unas palabras sobre el artista de la tarde y desglosarnos el desarrollo de la velada. Por su parte, un profesional Roberto Joyas nos dejaba claro, a través de su “mesa”, la calidad sonora y luminosa de la que puede presumir este enclave.
El escenario “empezó a meter fuego a las astillas, cáscaras de almendras y de naranja seca” para empezar a caldear la noche. “El Turri”, llevado en volandas por la sonanta de “Jesús del Rosario”, nos trajo reminicencias argentinas, uruguayas… con una “Vidalita” de ensueño. Una “Soledad de mis horas” que puso al respetable a “cabilar” ante el portentoso metal flamenco, con matices laínos y limpios, que Antonio Gómez está atesorando.
“Jesús del Rosario” nos introducía en volandas. “El Turri” nos ofrecía una “Soleá apolá” con tonos alfareros y matices mairenistas que dieron “un pellizco” a todos los presentes. El brasero ya estaba ardiendo y la Casa de la Cultura, totalmente caldeada de Arte y entrega.
Momentos después, empezaron a sonar acordes del ¾ mientras era llamados al escenario: José Cortés “El Indio” y Juan Tomás “de la Molía”, para el soniquete, y Miguel “Cheyenne” en la percusión. El cantaor, alegre y desenfadado, se entonaba por “cantiñas” dando un paseo por las playas del Puerto de Santa María y por los montes cordobeses mientras jugaba con los sentidos.
Llegó el Momento del compás por sevillanas. “Eres eterno” fue el tema que el cantaor le dedicaba al desaparecido “Camarón de la Isla”.
Continuaba el ensordecedor aplauso del respetable, cuando la guitarra de “Jesús del Rosario” pedía silencio bajo los compases de las cuevas levantinas, mientras la majestuosidad de una gitana pura, en planta, rasgos y “arate”, hacía su presencia sobre las tablas de la cultura. Vero, “la India”, olvidaba su cuerpo. Dejó que su alma, en manos de la noche, disfrutara “bailando la letra” con marcajes de antología a la par que “redobles y tembleques subidos en su planta y tacón”, combinados con su imaginación virtuosa, fraguaron una creación de Arte adornada por su “braceo y floreo” arropado entre “cierres y escobillas”. La Casa de la Cultura, se convertía en un verdadero “ascua de oro”, con lo que allí se estaba viendo y sintiendo, bajo los sones de un “taranto”. La impresionante calidad sonora que habita en este escenario, hace que el más mínimo roce, abrace a todos y cada uno de los presentes.
Acto seguido, llegó el momento del “palosanto”. La guitarra de “Jesús del Rosario” venía con ganas de pasárselo bien, de “ronear”, de hacernos llegar sonidos que nos transportan al pasado, a lo añejo, a lo que nunca pasará de moda. De una manera reposada, tranquila nos metía de lleno en los aires de levante. Libre de “métrica”, Jesús derramaba sobre los presentes una letanía de “arpegios, trémolos y rasgueos” con una raza y solvencia “que se podía masticar”. Mientras, la “minera” que acometía se hacía dueña de los sentidos del respetable.
Vino el momento de las “voces aguardentosas”, de las voces de “candela”, de los metales que “te dan pellizco” como es el de “Ricardo de la Juana”, padre del protagonista de la noche, “El Turri”. El diálogo entre padre e hijo, por “fandangos”, se dio un paseo por Huelva y algunos de sus estilos. Los distintos “metales de voz”, y la flamencura que llevan por bandera, hicieron que “los duendes y las musas”, que llevaban ya rato jugando por el recinto, se pararan a inspirarse.
Y llegó el soniquete. Tiempos y contratiempos introducían con puro ritmo y compás una de las “Bulerías” de la noche. El olor a la “albariza” y “el ajo lebrijano”, se adueñaron de un patio de butacas totalmente entregado y caldeado. Le siguieron unos “Tangos” que venían “borrachos de arte”, por una velada que ya iba escribiendo sus penúltimos renglones, en el libro de la historia, con letras de oro.
El fin de fiesta, por “bulería”, como mandan los cánones. El ramillete de artistas de la noche rodeaban una mesa dispuesta en el escenario, mientras el soniquete y compás se hacían con el epílogo de la velada. Salía José Cortés “El Indio”, para darse una “pataíta” de arte haciendo gala de haber recorrido los mejores tablaos flamencos y llevar Granada por bandera. Se arrancaba, también, Juan Tomás “de la Molía” que, desde Trebujena, nos recordaba por qué ha compartido tablas con los bailaores más destacados del panorama. Firmando las guardas del libro que se acababa de escribir, Vero “La India”, nos mostró Granada, el más puro “Sacromonte,” con una “pataíta” de lujo. Se cerraba la tapa del libro repujado a pluma, con un ensordecedor y largo aplauso a todos y cada uno de los artistas de los que disfrutó la noche. Creo, que todavía el brasero sigue ardiendo y esos olores a cáscara de almendra y naranja seca, siguen inundando calurosamente cada rincón de una entregada “Casa de la Cultura” de Almuñécar. Enhorabuena.