Detrás de las grandes crisis, nuevos retos y oportunidades

Qué difícil es escribir durante esta etapa que estamos viviendo. Nunca hemos tenido una Guerra Mundial en la que toda...

Qué difícil es escribir durante esta etapa que estamos viviendo. Nunca hemos tenido una Guerra Mundial en la que toda la humanidad estuviera prisionera y, ahora, un Virus Corona nos ha detenido el tiempo. Ni en los sueños más placenteros de los más grandes genocidas del siglo XX, Adolf  Hitler y Lósif Stalin, lo hubieran soñado.

No esperaba que la III Guerra Mundial fuera contra un virus. Creo que la mayoría de las personas creían que sería un bloque contra otro, destruyendo el planeta con armamento nuclear. Este virus nos ha llevado a una guerra global.

La historia de la humanidad está plagada de innumerables desastres provocados por los propios humanos y otros por causas naturales. Más allá de las ya irreparables muertes y consecuentes tragedias familiares y la quiebra económica de nuestros sistemas productivos, quizás lo peor para la comunidad científica y el resto de los mortales sea el desconocimiento del origen de este coronavirus, llamado COVID-19.

Cuando se despeje un poco el horizonte, bien porque tengamos vacuna, o retroviral, o simplemente porque se logre contener la propagación, como ya ha ocurrido en Wuhan (China) -cuestión que me parece una quimera dados los casos detectados en todo el planeta y teniendo el actual sistema de movilidad global- llegará la hora de la investigación sosegada. Deseo que el origen sea natural, porque de lo contrario sí nos podrá llevar a un verdadero conflicto mundial de insospechadas consecuencias.

Pensábamos que nuestras vidas habían cambiado por el hecho de entrar en un nuevo milenio. El desarrollo de Internet ha cambiado para siempre el mundo de las comunicaciones, el mundo financiero y la economía y, en general, todas las facetas que rodean nuestras vidas. Las posibilidades de viajar y conocer mundo hace unas décadas era privativo de unos pocos. Todos los avances logrados con las nuevas  tecnologías hace poco tiempo nos parecían de ciencia ficción. La moneda física, por ejemplo, ya es prescindible: tenemos las tarjetas y el teléfono para pagar.

El nuevo mundo nos ha estallado en las narices. Ha llegado con las calles vacías. Ahora, vemos un mundo distinto con la gente confinada en casa y con mascarillas a la espera de que esto acabe. “El mundo de ayer”, que decía Stefan Zweig, ya lo hemos perdido. Llega uno nuevo lleno de retos e incógnitas, pero lo cierto es que  la humanidad siempre ha logrado reponerse de duros golpes. Y, sin duda, este revés lo vamos a superar entre todos. Seguiremos construyendo un gran futuro para nosotros y para próximas generaciones. Vamos a superar esta guerra viral. No me cabe duda de que vamos a construir un mundo nuevo.

ELA ELA