Feminismo y 8M: el camino hacia una sociedad mejor
Hoy en día, la comparación que se está realizando en la idea lingüística de las palabras «feminismo» y «machismo» son...
Hoy en día, la comparación que se está realizando en la idea lingüística de las palabras «feminismo» y «machismo» son de un significado símil, es la primera victoria de este último. Si buscamos las dos palabras en la Real Academia Española, machismo es la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. Por otro lado, la palabra el feminismo significa “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.
Desde el comienzo, la lengua española ya mata el carácter que le quieren dar muchas personas conservadoras que realizan una defensa del castellano, pero a su vez establecen una contradicción al cambiar el significado de las palabras del castellano de manera consciente, para así influir en la población y poder reforzar su posición política. Esto se podría enmarcar en la estrategia política actual de los partidos de derechas donde se utilizan los símbolos nacionales en su favor.
La lingüística ha sido un gran arma a lo largo de la historia, porque es uno de los elementos que crea identidad y a su vez tiene un efecto en las personas, debido a que forman una personalidad; por ejemplo, cuando a un niño se le dice «no llores que pareces una chica», se le da un significado negativo al expresar un sentimientos de forma natural. Lo que debería de ser algo positivo, acaba teniendo un carácter de debilidad asemejándolo al género femenino.
Esto puede provocar en el futuro la idea de que una mujer no puede trabajar de albañil o en otros trabajos donde este presente el esfuerzo físico. Esto, junto a otras afirmaciones que se van transmitiendo a lo largo de la infancia y adolescencia de un varón, acaban convirtiéndose en desigualdades laborales de diferentes ámbitos, fuera de lo físico, como se ha mostrado con anterioridad. Además, provocando concepciones como que la mujer está menos capacitada o no es capaz de mostrar más talento que un hombre a la hora de realizar cualquier trabajo. También a través de los roles de género, que le dan al género femenino el carácter de amargada o tirana cuando la mujer ocupa cargos de liderazgo, mientras que un hombre cuando es jefe es un líder.
Todo esto forma también la brecha salarial; las mujeres cobran entre un 18,8 % menos que su homólogo masculino en España, según El País. A su vez, se le añade la dificultad para acceder a ciertos puestos de trabajo, como podemos observar en las cifras principalmente de paro femenino, donde existe escasez de apoyo para la conciliación y prejuicios de género formados a lo largo del tiempo.
Por otro lado, la utilización de la palabra «libertad» está siendo empleada para poder expresar límites a la misma. Se están enfocando en los derechos y las libertades de las mujeres junto a otros como el colectivo LGTBI. En este sentido, la democracia, como emisora de la igualdad de oportunidades, debe de salvaguardar que las mujeres puedan vivir en las mismas condiciones que un hombre. La democracia será feminista o no será, no por imposición de alguien, si no por el mismo carácter de igualdad de la misma.
Como conclusión, las ideas dadas en la infancia son un conducto hacia futuras discriminaciones. La educación feminista, aunque algunos quieran engañar y distorsionar su significado para mejorar su posición machista, es la mejor arma de actuación para poder desviar esas actitudes y así poder crecer como sociedad.