Igualita que nadie

Entiendo la izquierda como algo más que salvar animales en peligro, ir en bici, ser muy buenos, poner siempre la...

Entiendo la izquierda como algo más que salvar animales en peligro, ir en bici, ser muy buenos, poner siempre la otra mejilla, utilizar eufemismos amables y grandes sonrisas.

La izquierda puede ser todo eso,  pero para mí es mucho más.

La izquierda tiene que ser valiente, luchar por un mundo mejor y en paz. Pero también tiene que ser una leona cuidando a la gente, a su barrio y su pueblo. Tiene que luchar a brazo partido por ser mejores, más competitivos, preparados, solidarios y exigentes.

Soy socialista porque le pongo cara a las personas y a sus circunstancias. Las buenas y las menos buenas. Le pongo voz a los que no la tienen y a los que sí; cuando ellos quieran.

Soy socialista porque soy libre de sentirme libre y votar contra todo pronóstico defendiendo mis convicciones y a mis vecinos,  disentir de la opinión de la masa aunque me convierta en diana de los ortodoxos (de los que nunca dudan).  Y hablar donde otros callan y enfadarme, y tenderle la mano a lo distinto o a lo poco convencional.

Soy socialista porque no veto por sistema, porque peleo contra mis certezas y prejuicios. Porque quiero superar la España de conmigo o contra mí.

Soy socialista, pero sobre todo soy persona. Estoy cansada de extremos irreconciliables, de valores que alejan en vez de acercar. De tener que llevar una camiseta que, aunque apriete, no podemos ni queremos ensanchar. Estoy cansada de las opiniones malintencionadas de los propios y los ajenos. De las críticas partidistas y de las que vienen del prejuicio, del desconocimiento o de la superioridad moral.

Estoy cansada de que me insulten por tener el pelo rizado y por dedicarme a una actividad para la que me preparé y a la que amo.

Estoy cansada de tener que llevar apellidos que no me pertenecen, como el de la corrupción o la bribonería “porque todos los políticos son iguales”. Pues yo digo, como un anuncio: ‘soy distinta, soy igualita que nadie’.

Y delante de todos vosotros me levanto y digo alto y claro: soy honrada, legal y trabajo cada día para mejorar la vida de mis vecinos. Estudié Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid porque desde pequeña tuve el sueño de dedicarme a la política y poder  ser alcaldesa de la ciudad que amo. Reclamo poder perseguir y alcanzar mis sueños como todo el mundo.

Y no me canso nunca ni me paro. Porque más cansada vuelve mi hermana de trabajar en el campo y se levanta cada día con una sonrisa o con una mueca, pero se levanta y sigue peleando con la vida.

Así que me miro en su espejo y no puedo cansarme de dedicar mi vida a hacer política de la buena, de la honesta, de la que debería ser. No me canso de intentar mejorar mi entorno, mi querido Motril, yo misma. No me canso de ser amable y sonreír, porque los problemas de la vida tampoco se arreglan con malos modos y peores formas.

No me canso de hacer lo que me nace como ir a ver al Corazón de Jesús y contarle cómo me va la vida y que no se olvide de nosotros.  No me canso de levantarme con la ilusión de que hoy puede ser un gran día. De encontrarme con amigos, de poder ser útil y servir a alguien.

No me canso nunca de ver a mi madre, a mi familia, a mis amigos, a la gente que conozco y a la que ni siquiera conozco.

Por todos ellos, por todos vosotros, me gusta la política. Porque la política es trabajar por el conjunto, por mejorar las circunstancias de nuestros vecinos, por los que solos no pueden y por los pueden solos con el mundo.

Soy socialista porque me gusta el horizonte y la guía que me ofrecen sus valores pero me niego a odiar o a despreciar o simplemente a estar enfrente de otros partidos, de otras personas que piensan muy diferente a mí.

No me gustan los extremos ni de derecha ni de izquierda; me gustan las personas, y en esas esquinas también hay personas que, si respetan, también merecen nuestro respeto.

No me canso de confiar en que todo irá a mejor porque confío profundamente en las bondades del ser humano. Deseo fervientemente que la política deje de ser un “pues anda que tú”, un insulto o una trinchera.

Sueño con un día donde las camisetas de cada equipo dejen de impedir el entendimiento. Donde los políticos no aburramos a la gente con más de lo mismo, que podamos sorprender gratamente al ciudadano siendo ejemplo de convivencia, de tolerancia y de generosidad.

Yo, por lo pronto, me atrevo a ser igualita que nadie. Si tú también te atreves, cuenta conmigo.

 

ELA ELA