La historia se repite. El sector primario, base de nuestra evolución

Ha llegado la época de resetearnos. El mundo nos ha pedido un ‘STOP’. Tiempo de reflexionar de valorar y de...

Ha llegado la época de resetearnos. El mundo nos ha pedido un ‘STOP’. Tiempo de reflexionar de valorar y de aprender.

Sin el sector primario no alimentamos a nuestros pueblos, no alimentamos al mundo, no evolucionamos. Fue el sector primario quien produjo un importante cambio en la civilización, del Paleolítico al Neolítico. Una evolución necesaria y arriesgada que marcó un antes y un después en la historia. El sector primario nutre a las sociedades y siempre ha sustentado nuestra historia. Y ahora la historia se repite, vuelve a ser nuestra agricultura y nuestra pesca quienes nos salvan, quienes nos alimentan a diario.

Sectores prioritarios y base de nuestra economía a quienes tenemos que potenciar y poner en valor. Si nuestros sectores primarios productivos paran, se para el mundo, se para todo, nos paramos todos.

Día a día nuestro sector pesquero y agrícola trata de garantizar con responsabilidad la soberanía alimentaria que está imperando en estos momentos – y que ha imperado siempre- sin que ellos nos hayan olvidado nunca, pero en muchas ocasiones sí hemos olvidado nosotros.

La sociedad es una cadena y si el eslabón del sector primario se rompe, si la cadena alimentaria se interrumpe, nos vamos todos al garete. Son la seguridad en nuestra cadena de abastecimiento alimenticio.

De todo esto sacamos un aprendizaje: la agricultura y la pesca nos están salvando en gran medida día a día y nos están dando una lección de responsabilidad y de generosidad.

Nuestros agricultores están sacando sus tractores y sus herramientas para, de forma altruista, llegar a todos los rincones y ayudarnos a combatir el COVID-19 desinfectando todos los rincones del municipio. Siguen produciendo en sus campos y siguen trabajando para proporcionarnos el alimento de nuestra tierra. Nuestro sector pesquero sigue saliendo a faenar con más pérdidas que beneficios para seguir aportando el alimento que nos regala nuestro mar para que llegue a todos los hogares.

Hace unos días, nuestros agricultores sacaban sus tractores para pedir justicia ante los precios de los productos agrícolas. Hace no más de un mes nuestros pescadores dejaban sus barcos varados por el paro biológico para la regeneración de nuestros caladeros, sin ningún tipo de ayuda ni apoyo, pero sí por responsabilidad.

En estos momentos de crisis han demostrado que son la raíz, el tronco y la fortaleza de nuestro sostén. Siempre han estado ahí frente a todas las adversidades, incluso en esta… que no es poco.

El ser humano se adapta a todo. Adaptémonos a valorar, a reconocer a nuestros sectores primarios porque salvar el mundo depende de nosotros. Nos necesitamos unos a otros, somos una comunidad, somos un colectivo. Aprendamos de su humildad, compromiso y entrega. No estamos solos y no podemos solos. Podemos juntos. 

Pasada la primera y la brutal sacudida de la realidad, la perplejidad empieza a dar paso al reconocimiento y análisis y a la incertidumbre de qué camino tomará la sociedad que emerja tras esta crisis con el ‘poscoronavirus’.

Los grandes cambios de la humanidad se han hecho con guerras, crisis económicas y epidemias. Pero, paradójicamente, para juntarnos nos han separado, obligándonos a dejarnos de tocar, que es parte de nuestra esencia. Juntémonos de nuevo para valorar nuestros productos y para agradecer todos los días la fortaleza de nuestros campos y de nuestro mar.

Cuando salgamos de esta crisis van a tener que cambiar muchas cosas. Y una de ellas debería ser recuperar nuestra soberanía alimentaria, valorar lo que tenemos, querernos más y apostar de una vez por sistemas alimentarios locales, autóctonos y españoles. Esa será, sin duda, nuestra mejor arma para combatir cualquier crisis.

Sin olvidar al sector social y sanitario, nuestro pulmón de profesionalidad y humanidad, que merece otro apartado también muy amplio y en exclusividad de su entrega a las personas y a las almas. Sin ellos sería mucho más complicado respirar, tanto internamente como externamente. Es más, gracias a ellos, respiramos.