La Navidad, mi Navidad
Que época más bonita la Navidad a pesar de que tengo la impresión de que es un período festivo que...
Que época más bonita la Navidad a pesar de que tengo la impresión de que es un período festivo que compartimos, plenamente, menos personas. El otro día me llamaba una amiga de toda la vida que vive fuera de Motril -no porque ella quiera, si no por razones que a veces tenemos que vivir los jóvenes: irnos de nuestra ciudad y trabajar fuera- para felicitarme las fiestas. Una de las cosas que me dijo al terminar la conversación fue “a ver si pasan ya las navidades” para, acto seguido, concluir con un “que te sean leves las fiestas”.
Yo le dije, «amiga te agradezco, pero disculpa, la Navidad me encanta». Me siento como si fuera una niña de siete años deseando que llegue el día 22 de diciembre para levantarme con el soniquete de fondo de “millllll euros». El día 24, nos preparamos nerviosos para dar a cada uno lo que más le gusta. Disfrutamos porque nos gusta compartir, esa es la palabra.
El último día del año, el día 31, qué maravilla poder comerte las uvas a orillas del mar con la gente que quieres. O el día 1, para subir a Sierra Nevada y disfrutar de la nieve. Esa es la dualidad de esta tierra granadina que tanto quiero, que me permite vivir la efervescencia, la blancura de las olas y la plenitud de la montaña y su nieve.
La madrugada del día seis de enero -qué mágica es- y con qué felicidad la vivimos cuando vemos a nuestros pequeños desesperados para que nazca el nuevo día y, si pueden y tienen capacidad, despertarse y ver a los Reyes Magos.
Es verdad que las cosas han cambiado un poco en relación a cómo se vivían antes las navidades. Sin ir más lejos, en Vigo, mucha luz exterior y poca luz interior. El misterio, el motivo de la Navidad, se va perdiendo poco a poco. Vivimos la Navidad de dentro hacia fuera y creo que habría que interiorizarla más, humanizarla más y vivirla de cara a los demás.
Otros grupos han pretendido eliminar la Navidad, a veces con la excusa de no ofender a colectivos de una religión distinta. Como no han podido lograr su propósito, han optado por celebrarla prescindiendo por completo del misterio cristiano celebrado en la Navidad eliminando la tradición del Belén. Navidad sin Navidad. No deberíamos olvidar que los ritos y las fiestas, en sentido tradicional, no se inventan. Al igual que no se inventa una lengua, sino que se aprende.
Por ellos tenemos que vivir la Navidad como nos enseñaron nuestros abuelos. En cualquier caso, lo más importante es que seamos felices.