Las redes, el nuevo Salem

A finales del siglo XVII en una localidad de EEUU al norte de Boston, Salem, hubo una especie de histeria...

A finales del siglo XVII en una localidad de EEUU al norte de Boston, Salem, hubo una especie de histeria colectiva que desembocó en unos juicios que llevaron a la cárcel a 29 personas acusadas de brujería, 19 murieron ahorcadas.

Se vivió una realidad deformada, llena de odios, rencores, envidias, en la que el rumor fue tomado como prueba. Años después del juicio, los jurados firmaron una confesión de error de la que culparon a la presión social y la histeria colectiva.

En 2019, nos encontramos con que el rumor, la manipulación y la deformación de la realidad han tomado una fuerza descomunal, potenciadas por las redes. Como en Salem, si alguien es señalado por las redes, una masa casi infinita de personas empujarán de inmediato y convertirán en realidad algo no probado. Se comparte todo, sin comprobar si es cierto, sin respeto a la verdad, sin respeto a nada es como una horda que quema y luego pregunta.

¿Qué hace que gente aparentemente normal, educada, se transforme en las redes en unos vengadores sedientos de ver a gente humillada?, ¿qué lleva a alguien a querer ver despellejado a quien piensa diferente, perdiendo la costumbre de tolerar y debatir? Vivimos en la violenta época del zasca, se prefiere doblar a alguien a entenderlo y respetarlo, aunque opine diferente.

¿Qué lleva a los usuarios de las redes a querer formar parte de una lapidación pública?, en cuanto alguien menosprecia la opinión de una persona, saltan decenas a por sangre, gusta el destrozo, solo hay que entrar en un grupo de Facebook y leer a alguien que opine distinto a la mayoría, será insultado y se reirán de él casi por norma.

¿Por qué salen los peores instintos cuando se forma parte de un grupo que es superior en número a los que opinan diferente? “La masa no tiene alma”, venía a decir Nietzsche. Cuánta razón, entre el grupo se diluye la responsabilidad, da igual si lo que decimos es cierto, o totalmente cierto, o falso, no somos nadie, en ese momento formamos parte de un todo sin cara, sin valores, sin mesura, sin piedad.  “La masa” de las redes no tiene alma, ni es verdad, ni es justa, manipula la realidad y destroza a quien se ponga por delante, simplemente porque son muchos. Se sabe y se consiente, pero parece que preferimos ser parte de un todo falso y tener voz y algo de poder, aunque sea destructivo, a tener cara y opinión propia, responsable, respetuosa y justa.

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, pero la autocrítica en esto se me antoja difícil cuando se lee a tanta gente acomodada al poder que le da la manipulación desde el anonimato. Todo esto cambia si te acusan a ti, entonces entiendes que todos tenemos cara y sentimientos, pero ya es tarde, tú también serás pasado por la picadora.

Suerte. «¡Las cosas que principian con el mal, solo se afianzan con el mal!»