Olor a nuevo
De pequeña me encantaba oler los libros. Cuando llegaba septiembre y la temida vuelta al cole, las librerías de Motril...
De pequeña me encantaba oler los libros. Cuando llegaba septiembre y la temida vuelta al cole, las librerías de Motril se afanaban como podían para que la cola no se hiciera interminable. El olor a libro nuevo me fascinaba y nunca se me hacía larga la espera. Ojeaba las repisas y los títulos de muchos best sellers que ya ni recuerdo. Teníamos tiempo de pasar nuestra vista por todo aquello que nos resultaba curioso, diferente, llamativo. Ahora me temo que no es así. Casi que desperdiciamos la vista -y la vida- mirando una pantalla sin olfatear las cosas que ocurren de cerca. Esas que nos rozan la piel, nos ponen a prueba y nos enseñan a discernir la realidad del postureo propio de la época, tan vacío como banal.
Hace unos días me topé por casualidad con un estudio que decía que los olores constituyen una parte muy importante de nuestras vidas, porque los recuerdos más duraderos que tenemos son olfativos. Y eso me trajo al presente. Pensé que sería el tema perfecto para decir ‘hola, después de mucho tiempo, estoy, estamos aquí por algo concreto’. Si no reconociera que la era digital tiene ciertas bondades perdería el sentido. Nada de esto hubiera pasado. No estarías leyéndome. No estaría escribiendo. No seríamos presente. Pero vengo por un motivo. Quizás con la esperanza de que hay muchos olores que nos estamos perdiendo a causa de la urgencia y la prisa.
Yo quiero descubrir otros olores. Olores que siempre pasaron por alto. Olores de cultura, de héroes anónimos, de gente corriente haciendo cosas extraordinarias, olores de superación, de valentía, de rigor, incluso de rebeldía. Esos olores que nos hacen sentir vivos, que nos hacen ser de verdad en un tiempo tan falso de apariencia.
Ha sido un viaje a la velocidad impar que tienen las olas. Sin pausa, pero sin prisa, constante, tranquilo, sereno. Y ahora todo me huele a nuevo. Vuelvo a ser la misma niña, algo más valiente, que soñaba con usar las palabras para cambiar el mundo. La nostalgia me ha traído hasta aquí: crear un diario digital para los que añoramos el aroma de otro tiempo. Ese que habla de piel. Ese que huele a emoción y que cambia la historia.
Bienvenidos, porque aún… estamos a tiempo.