¡Silencio en nuestra Semana Santa!

Aún siendo el corazón del año cofrade, y a pesar de ser el culmen hecho celebración de nuestros preparativos durante...

Aún siendo el corazón del año cofrade, y a pesar de ser el culmen hecho celebración de nuestros preparativos durante toda la Cuaresma, nuestra Semana Santa se queda muda por una situación que para muchos de nosotros sigue siendo un misterio.

Desde hace algún tiempo, han empezado a formar parte de nuestro vocabulario diario, palabras como contagio, confinamiento, conciencia, responsabilidad, pero a pesar de ello nuestro corazón ha soñado hasta el último momento con celebrar nuestra semana grande. Pero, ¿por qué esta semana es tan diferente? ¿Y por qué dedicamos tanto tiempo a prepararla? A veces, las respuestas son más sencillas que las preguntas. Para cualquier creyente, la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo transcurrió en unos escenarios extraordinarios con un maravilloso desenlace sobre los cuales se soporta nuestra fe.

A día de hoy, toda esa fe se manifiesta desde la cabeza visible de nuestra Iglesia de la mano de nuestro Papa Francisco, hasta cada uno de los que componemos esta familia que es la Iglesia Católica. En su caso, como máxima autoridad y ejemplo de la celebración y crecimiento de nuestros valores cristianos, cada Jueves Santo, se dirige a una cárcel romana para lavar los pies a 12 personas privadas de libertad para conmemorar la ceremonia del lavatorio después de la última Cena, gesto característico del pontificado de nuestra Santidad.  

Para los fieles de a pie, supone un duro golpe la suspensión de las celebraciones públicas de nuestra esperada semana. Acontecimiento que, para cada uno de nosotros, tiene esa esencia que nos traslada a nuestros momentos más felices de convivencia en hermandad con nuestra familia cofrade. 

En nuestro queridísimo Motril: Los sábados previos a los domingos azules de palmas y olivos toman nuestro corazón esos niños cargados de poder anunciando los preludios de una semana de misterio. Los lunes se reza una humilde oración con sabor a victoria. Los martes las calles se inundan de Perdón y Misericordia para los motrileños. Los miércoles suenan sones de salud y consuelo hechos Gran Poder en su Mayor Dolor. Los jueves disfrutamos de desfiles de nazarenos de Pasión en su Amargura, que reparten esperanza siempre sin miedo a la oscuridad y silencio de una Buena Muerte. Los viernes sentimos esa última expiración en su madre del Valle entre lágrimas, que acompañada de su dolor cortejan un sepulcro, para empezar a respirar esa soledad de nuestro Yacente, que ya por fin anuncia mediante tintineo de campanillas un Dulce Nombre resucitado, recordándonos el porqué de nuevo de nuestra Fe.

Por ello solo tengo un deseo, que como cofrades consecuentes, seamos responsables con nuestro prójimo, ayudando a todo aquel que lo necesite en nuestra justa manera y posibilidad para que pasado esto, volvamos a reunirnos de nuevo.

ELA ELA