Torrenueva, divide y perderás
Algunos historiadores atribuyen a Julio César la célebre frase “divide y vencerás”, con el sentido de disgregar al enemigo para...
Algunos historiadores atribuyen a Julio César la célebre frase “divide y vencerás”, con el sentido de disgregar al enemigo para lograr una más fácil victoria. No es éste el caso, sino al contrario.
Torrenueva, en el legítimo uso de sus derechos, ha elegido ser un municipio independiente, lo cual, desde mi punto de vista, me parece un error histórico.
Esta pequeña, en origen, aldea de pescadores, con unas salinas que recuerdo de muy niño, las cuales me parecían tener algo mágico; eso de que el mar entrara en la tierra y depositara aquella blanquísima sustancia lo contemplaba como una maravilla.
La raíz motrileña de la Torre, así me gustó siempre llamarla, es innegable. Pero voy ahora a los más recientes acontecimientos. Hace apenas 60 años, Torrenueva empezó a transformarse, de esa aldea de pescadores en una población de veraneo. Y no se pudo hacer peor, desde luego. Todos los errores urbanísticos posibles en aquella España del desarrollismo, se concertaron en la Torre. Grandes bloques de pisos con deficientes o incluso inexistentes viales, carencia de servicios municipales básicos para atender la ingente masa de personas que se daban cita durante el verano, enormes atascos en la travesía de la nacional y así un largo etcétera. En resumen, se compró un Mercedes y no se tenía previamente el dinero para la gasolina. A partir de ahí, del padecimiento de esos problemas, surgió, a mi entender, el malestar de los torreños, y sus justas reclamaciones a la Administración para solucionarlos. Durante décadas las respuestas fueron insuficientes, tanto de la administración nacional, autonómica como de la municipal, que llegaba hasta donde podía. Comprendo y comparto los motivos de los torreños para sentirse ninguneados, pues tuve el privilegio de pasar magníficos veranos allí y comprobar por mí mismo todo esto, veranos de, como les llamábamos, “las tres pes”: poyo, pipas y paseo, pues, por esas carencias, no se disponía de mayores ofertas de ocio. Por fortuna hoy día Torrenueva goza de un precioso paseo marítimo, no todo van a ser penas.
Hasta aquí mi diagnóstico de la cuestión, mi personal entendimiento de los motivos que han traído la escisión de éste nuevo municipio. Pero sostengo que, aunque legítima, me parece una opción errada. En primer lugar, como adelantaba al principio, por motivos históricos. Torrenueva siempre fue física, económica y emocionalmente parte de Motril, y en tiempos relativamente recientes, hijos de ella son personajes muy destacados de la ciudad, baste nombrar a Fulgencio Spá Cortés, Manuel Maldonado Basso o el torreño adoptivo Paulino Salgado Quetglás, seguro que muchos más que omito. Y para el motrileño del casco urbano, La Torre siempre ha sido referente, cuando no de terruño ancestral de antepasados, lugar de encuentro, veraneo y amistad.
También me parece un error por razones prácticas. En éste mundo globalizado en el que, nos guste o no, estamos, dividir, escindir, siempre es mermar fuerzas, capacidad de presión para alcanzar metas comunes. Un pueblecito de unos poquitos miles de habitantes no tiene, por más voluntad que se le ponga, la suficiente fuerza, el necesario peso, para exigir y conseguir las demandas que realice, y ello también en detrimento de la capacidad del propio Motril, pues con la segregación poblacional, aquella ciudad ha perdido igualmente peso ante las administraciones.
Pero a lo hecho, pecho, solo me cabe desear toda la suerte del mundo al nuevo municipio, esperando que progrese y se convierta en referente turístico de nuestra Costa Tropical, que tan falta está de atención y desarrollo sostenible.