Un costalero de raza para dar los tres golpes de martillo en el pregón de La Chicotá
Javier Carrasco exaltó este domingo la figura del costalero en el Teatro Calderón de la Barca
Javier Carrasco protagonizó ayer un imborrable pregón al costalero, en el que demostró su amor ferviente y apasionado por el mundo de la costalería y la Semana Santa. Se trató de una cita que organiza tradicionalmente la asociación de La Chicotá y que cumplía este año su séptima edición.
El encargado de presentar a uno de los estandartes más reconocidos del mundo de las trabajaderas fue Jesús Ortiz, que dio paso a un pregón que estuvo lleno de recuerdos de Carrasco, perteneciente a aquella generación de cargadores y costaleros que revolucionó la década de los 80 y 90 en Motril. «Han pasado los años, pero parece que fue ayer e incluso hace horas, quizás hasta hace un instante, cuando comenzábamos a vivir y sentir nuestras tradiciones por primera vez en nuestro Motril, siendo niños y adolescentes», acertó a decir.
El alma de este costalero de raza quiso llenarse de agradecimientos hacia los culpables de inculcar ese «veneno» que corre por sus venas. Ahí quiso mencionar a Miguel, «el de la derecha atrás», el que caló con su voz el corazón de Javi en aquellas primeras madrugadas de Miércoles Santo, «cuando desde el respiradero llamaba el capataz» y él le contestaba con fervor «para levantar al Señor del Gran Poder».
“Padre Nuestro de mis amores que estás en el cielo en cada una de nuestras levantás, santificado sea tu nombre en cada paso y chicotá», pronunció el pregonero, quien puso en valor a través de sus versos la esencia que se esconde bajo los faldones de los pasos de palio y misterio. «Lo comparto y lo disfruto, lo defiendo y lo presumo, ¡que ser de Dios, costalero, es privilegio en este mundo!», dijo con garra el pregonero.
La tilde la puso sobre las cosas pequeñas. Los gestos y los amigos de trabajadera cuyo nexo de unión «puede llegar a ser de acero macizo», confesaba. La palabra cuadrilla se colaba en el pregón de Carrasco entre suspiro y suspiro, en su voz quebrada en el aire, entre los recuerdos que iban y venían y que arrancaban en forma de aplauso la emoción contenida del público que asistió a una de las chicotás más sentidas del mundo costalero.
Un hombre que cumple casi treinta años desde que se apretó su primera faja tuvo ayer un sentido homenaje a su persona. El reconocimiento de mantener viva la llama de la ilusión e intacto el compromiso con el mundo costalero de la ciudad.
Ayer Motril abrazó a un costalero cuyo corazón se forjó en su venerada hermandad del Gran Poder y que ahora late a todo pulmón en el mundo de la Semana Santa porque a nadie le cabe la menor duda de que decir costalero es decir Javi Carrasco, al igual que decir Javi Carrasco es decir costalero.