Una procesión histórica que sigue cumpliendo su promesa

Procesión Día de los Terremotos en Motril

Los fieles, mucho más numerosos que otros años, conmemoraron el Día de los Terremotos acompañando a la Virgen de la Cabeza y Jesús Nazareno en su tradicional procesión

Ayer, Motril volvió a cumplir con una de sus tradiciones más populares. Como cada 13 de enero, la ciudad renovó su voto con la Virgen de la Cabeza y Jesús Nazareno, sagrados protectores del municipio desde los devastadores terremotos del año 1804.

La procesión, mucho más numerosa que otros años, partía desde la Iglesia Mayor de la Encarnación, en Plaza de España, hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. Los costaleros de la Cofradía del Jueves Santo, los horquilleros de la hermandad patronal y también un número considerable de motrileños sin ninguna distinción, quisieron llevar sobre sus hombros a dos de las imágenes más devocionales del municipio en uno de sus días grandes.

Superando el más de centenar de fieles durante el recorrido, la cita contó con la presencia de la alcaldesa de Motril, Luisa García Chamorro, en la presidencia del cortejo, y con miembros del equipo de Gobierno del Consistorio motrileño, además de representantes de muchas de las Cofradías de Motril.

La efeméride conmemoraba la promesa contraída por los motrileños con ambas imágenes, a las que se encomendaron hace más de dos siglos con la intención de que no se reprodujeran, nuevamente, catástrofes similares a las que se vivieron en otro tiempo y que destruyeron la ciudad y arrojaron un gran número de víctimas mortales.

Como novedad, la imagen del Nazareno lució una nueva túnica de sarga color morada. Además, la Capilla Musical del Santo Ángel Custodio puso el hilo musical a esta procesión solemne e histórica que finalizaba detrás del Santuario, desde donde se observa la vega y el mar, con la bendición de los campos por parte de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Un acto que permitió que el pueblo de Motril volviera a revalidar su promesa y recordara aquellos fatídicos episodios de 1804 y 1884, pese a su lejanía en el tiempo.